En España, en un alto porcentaje, los divorcios y separaciones son más difíciles de lo que en un principio nos gustaría. Lo ideal siempre sería: aceptar que cada uno empieza una vida nueva por separado, y cuando existen hijos en común, priorizar los intereses de estos. Es decir, minimizar todos los daños posibles.
Elisenda Pascual, psicóloga y terapeuta familiar, advierte que: ‘una separación mal gestionada puede causar un desequilibrio emocional de los hijos’. Por ello, tras el divorcio, aunque se suela vivir de manera dolorosa y estresante, es muy importante: saber comunicar la decisión, no culpabilizar a ninguna de las partes y priorizar siempre los intereses de los hijos.
A priori, minimizar los daños, puede resultar altamente complicado, ya que, suele afectar de manera psicoemocional a quienes se separan. Además, es común que se padezca: ansiedad, estrés, depresión o incluso que la autoestima disminuya.
Por ello, se ha desarrollado a nivel internacional, bajo una orientación de Justicia Terapéutica, programas psicoeducativos. El objetivo de estos, es conseguir minimizar los daños que la ruptura de pareja puede tener para las personas que se separan y sus hijos, además de potenciar el bienestar de todos los afectados. Mediante resolución de conflictos o mediación familiar.
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